El niño de Alta Gracia

Ese día sentí que había cerrado un círculo que parecía no tener fin. A lo largo de múltiples lecturas históricas, ansioso de cuántas reivindicaciones, armado de un temperamento nostálgico que se lleva cuando no se concibe la vida sin recibir un mensaje correcto. 
Estaba allí parado frente a esas paredes muy bien conservadas en su madurez, porque los visitantes pagan para que el tiempo no se meta a matar símbolos prematuramente. Esta casa de techo verde lo es, cada rincón de su estructura simple y hermosa lo es, su niño Ernesto sentado bajo el porche, mirando a la calle eternamente, o las réplicas de sus aventuras juveniles sobre dos ruedas, el mismo piso que anduvo Don Fidel,  junto al Chávez que no claudica ni transfiere sus  amistades. 
Muchas cosas que un día volveré a repasar, ya que las emociones aprietan y despiertan lágrimas de alegría, que no dejan ver de la mejor forma. Pero todo estuvo en su lugar y se me prendió "al paso" como era de prever y lo celebro, hoy lo digo y queda asentado, por si la memoria o algún fantasma pretendieran borrarme del alma, un sentimiento inigualable que atesoro.   
                                                               Recordando Alta Gracia, en la casa del CHE.