1975, mi pueblo, mi familia nueva

Algunos quedamos y andamos recorriendo aún, el tiempo heredado. La noche era oscura y sus pasadizos interminables y crueles, pintados de púrpura. Los rostros de aquellos que en silencio pueblan el recuerdo de quienes tenemos memoria, siguen latentes, plasmados en el cielo de las verdades todavía ocultas. Nada está perdido y las antiguas luchas subsisten con la misma fuerza de entonces, mientras la realidad muestra su careta mentirosa bailando danzas de mezquindad y martirio. Los que pudimos guardar un resto de vida en el archivo, mantenemos una llama rebelde que estriba en los afectos, en la familia, en el convencimiento más allá de los preceptos urdidos por los viejos fantasmas de la muerte. Nadie podrá borrar la alegría de un corazón ardiente por la misteriosa sed del inconformismo. La rebeldía por los que sufren viene desde la Cruz, y no sabe de armas ni violencia. Con Cristo, la palabra viaja hasta el alma y el camino se allana, quedando al costado las muestras de un poder que se basa en la ficción. (JLR)