Las cuerdas de una guitarra son inviolables, como el sentimiento que no sabe dobles discursos. El don de las canciones perfectas no tiene fronteras, tampoco los ideales y allí donde anden tendrán pechos y cerebros abiertos que los recojan. Bienvenidos aquellos que no se doblegan y escriben las buenas nuevas por los que no tienen oportunidad de hacerlo. John lo hizo y sigue su eternidad de Paz y Amor, entre nosotros, dándonos sus mensajes inolvidables. (JLR)
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