Los ángeles muertos y los viejos cuerdos son hilos de viento y azules de cielo. La magia que veo, el sol que yo quiero, los besos sin precio, mi alma y documento.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Un perro en el tejado


Las páginas jugaron su partida de misterio y dudas. Me ha sucedido cada vez en la misma situación, nada estaba declarado o a mi favor tácitamente, pero tampoco esperaba el regalo oportuno de un duende benefactor.
Cada cosa estaba en su sitio y la ocasión ofrecía su piel, su boleto y un beso furtivo. Supe que la música brotaría desde algún rincón, y entonces mi bolígrafo intentaba delinear parábolas agraciadas o de luz, como si fuera agua dibujando fertilidad entre las plantas de un jardín momentos antes  desamparado de lluvia.
Un final de invierno impredecible hizo compatible mi desventura con la tormenta que irrumpió por la ventana mediante un relámpago espeluznante. Esta noche no es la mejor, me dije, buscando excusa viable para la orfandad de mi mente, cuando ya llevaba demasiado tiempo persiguiendo una idea que dejara entrever al menos la punta de una historia. Ellas no son mercancía de supermercado y jamás estarán entre sus ofertas, pensé, sino en el viaje oculto de nuestra sangre. 
Camino el sendero solitario sin saber cuál es mi destino sobre el blanco mar de papel que sin violencia sacude mi nave. 
Me siento como un perro en el tejado, aunque a diferencia de su actitud que no tiene dudas de la lejanía y su gris, desde mi atalaya yo,  apenas miro hacia la nada. (José López Romero)

1 comentario:

  1. A veces, nos sentimos como mirando la nada, pero esos momentos ayudan para aclarar la mente.
    Muy buena, entrada.
    Un gusto volver por aquí.
    Cariños...

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...