El tiempo hace su trabajo y también lo hace el viento,
la lluvia y el barro, por dar ligeros ejemplos de madurez que no poseo.
La mente recoge y acumula los restos de mi naufragio anterior,
contabiliza millas, soles abiertos, noches cerradas en el mar de las estrellas,
y en la pronunciación de los horizontes imaginados en el agua eterna de un libro perdido.
Hablar contigo me deja saber que somos tangibles y cercanos al amor,
que suele ser errante o luminoso en la realidad del laberinto que nos encuentra.
Estoy buscando una nueva fantasía que me vuele la cabeza para no volver de nada.
No sé si en el empeño encontraré red para caer con seguridad o garantía desde el fondo de la vida que nunca fue ni será regalada.
Texto y fotografía de José López Romero
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