Los ángeles muertos y los viejos cuerdos son hilos de viento y azules de cielo. La magia que veo, el sol que yo quiero, los besos sin precio, mi alma y documento.

jueves, 17 de abril de 2014

el cuaderno abierto

Mis juguetes fueron humildes pero hermosos, repetidos, esperados y a veces terriblemente extraños. Con ellos mezclaba dibujos, los hacía hermanos, completamente parientes, aunque  no lo entendía. Hoy pienso que nada es casual y todo tiene su razón de ser, ellos, mis juguetes no fueron ajenos a la época que se prendió a mi memoria con sus contrastes crueles y grotescos. Mi fantasía era confusa por instinto y sin explicaciones, como la muerte de mi único soldado de plomo el día que cayó del barco que cruzaba el océano de la laguna de los patos. Poco antes de que naciera había terminado la segunda guerra y unos más adelante fuero días de fusilamientos en el país, cosas que la decena de mi edad no atinaba a comprender mientras escuchaba atractivas marchas militares. La imagen del dibujo es de una muerte absurda como tantos asesinatos sembraron una extensa parte del mundo. La película reflejaba el martirio de tanta gente en los 40', quién no lo sabe, por millones muertos, y este criminal uniformado de botas lustrosas arrastraba una niña luego de atravesar su cabeza con un disparo de su pistola.                                                                                                                                                                                            (Gráfica y texto de José López Romero)

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