Ella equilibraba sus sueños pintando figuras humanas con cuerpo de palitos, cabecitas redondas y sonrisas tristes.
Nunca despertaba de su inquietud poética y estilaba ponerle títulos a los versos robados de viejos libros olvidados, que no parecían tener dueños ni autores.
Su mundo de constante fantasía amordazaba la soledad traduciéndola al idioma benigno de los “ideadores puros”, como rotulaba a los idealistas.
(Un texto y fotografía de José López Romero)
Por pequeña que sea su historia, es la suya, la tengo en cuenta, todos lo hacemos.
ResponderEliminarAlicia