viernes, 29 de marzo de 2013
irreverencia
Crucé mis ojos con el filo de un manojo de estrellas y no necesité más.
Sentí la impotencia de un insecto bajo mis zapatos, los tuyos o de cualquiera.
Medí la frivolidad, tan pésima como el orgullo que desata idolatrías y falsedades, pero que en toda su lógica, acaban con el estertor de la carne.
Supe, al verme tan pequeño, que la felicidad no cabe en un microscópico virus, ni en el calzón de una reina cultivada en un condón de proteger altezas.
(José López Romero)
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