El andar tranquilo del "marroncito" se llevó mi vista y quedó en el "para siempre" de una foto.
Pasillo angosto que no camino con frecuencia, en la costumbre de los mismos pasos que se repiten tediosos y sin sorpresas, por el interior de la casa.
Es poco lo que hay en el, o que no podemos ver sin el corazón puesto en la mirada.
Los cacharros con plantas de crecer lento, el arbolito de las flores amarillas en su altura, o las hojas redondas cual paletas de pintor, al parecer salidas de los ladrillos desnudos del tapial.
Los sentidos suelen dormir en nos, y dejamos de percibir desde el instinto, pues cada cosa latente o no, tiene algo que ver en nuestra vida. La mancha en la pared, el rocío deslizándose hasta la franja de tierra sedienta, las hormigas que resisten el ataque de tanta humana molestia, mi ocio persecutorio y la oreja en "orsai" del viejito mascota recorriendo su dominio.
Texto y fotografía de José López Romero.
Mucho es el cariño que se le toma a estos seres que tanto nos acompañan a cambio de nada.
ResponderEliminarHermoso texto para un trocito de casa, tan importante como los demás.
Un abrazo enorme
mj