Los ángeles muertos y los viejos cuerdos son hilos de viento y azules de cielo. La magia que veo, el sol que yo quiero, los besos sin precio, mi alma y documento.

martes, 7 de octubre de 2014

Libre y mágico

Tal vez fue Penny Lane allí donde creí que él cantaba como John.
Ella vendía flores mientras él ofrecía canciones por monedas en las esquinas y en las mesas verdes de los bares pequeños con puertas rojas y olor a tabernas marineras.
Eran entrañables de su pueblo, ramos de corazones abiertos y poemas de soles internos. 
Él escribía delirante y loco en el atrio de sus amores y desencantos, brillante y lírico, decían, hermosa, dulce y fino nácar de piano, ella. 
Dibujando en el aire una muñeca de humo gritaba "toma revancha" y decía que su chica era Michelle, que caminaba descalza por el diapasón de su guitarra, en el azul de las paredes y en el ocre agónico de los árboles que no ocultaban sus raídas vestimentas.
Como un profeta del espacio y la fotografía de Linda Paul habitaba su mente que bailaba con Eleanor, la señora Rigby, florista de Liverpool que vive en las armonías de su banda.
Solo se que éramos niños cuando corríamos por el Strawberry Fields, donde hoy las rejas son inviolables y hay un millón de flashes japoneses capturando imágenes como en la senda blanca de la tapa legendaria de Abbey Road.. 
¡No me dejes caer!, grité y me vi solo, robando sueños de Ringo y George, geniales y 
libres, igualmente mágicos por cuatro almas y siempre misteriosos como ayer.
                                                                        
                                                                                Texto y gráfica de José López Romero

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