Debajo del laurel

"Con verde sobre el techo y ruido mecánico de Olivetti. Espacio de dos por dos con vista al patio largo, de verde por debajo. Las pequeñas ventanas, una a la derecha y otra al frente, daban entrada al perfume de las flores rojas embarazadas de polen (lo siguen dando), aeropuerto libre para las visitas no guiadas de los pájaros mosca. Única luz en la noche, la del rancho en un rincón de silencio, cortado de vez en cuando por el gemido casi humano de un gato en fuga, o por las líneas de un rocanrrol genuino (en especial argentino), del generoso radio color negro que luego llevó Pablo a su tiempo nuevo de universitario.
Buscador de medianoche, sigo, náufrago entre cuentos y relatos, siempre al borde de la terraza (me gusta y abuso de la metáfora), jugando con el reloj que determina límites feroces, a veces un salto al vacío por un escrito rebelde que terminó en la nada".
// Este rincón albergó durante seis o siete años aquél tecleo cruel, con menos de cinco dedos, distintivo de una época muy romántica, textos y tachones de "licui" para ocultar errores, o en la carencia rayones furiosos de bolígrafo. Después los papelitos a la cartera, unas cuadras hasta el centro y arduo trabajo para las correctoras. Hoy la que sufre es la computadora. // JLR. /Fotografía de Fernando Yobse, compañero y amigo/.