Los ángeles muertos y los viejos cuerdos son hilos de viento y azules de cielo. La magia que veo, el sol que yo quiero, los besos sin precio, mi alma y documento.

jueves, 12 de julio de 2007

en un vagón del Belgrano

El pasaje para viajar en tren no era inaccesible y todos los fines de semana iba y venía de Buenos Aires. Podía decir que el traqueteo característico sobre las vías ejercía una fascinación especial y esperaba salir de Retiro o de Santa Fe, en una sensación bastante confusa. No obstante, el "barullo" de una capital no tan poblada ni peligrosa como la de hoy, me había cansado. Los lugares que suelen recorrer los de tierra adentro cuando llegan a esta ciudad enorme ya no tenían atractivo, me parecían gastados, plagados de agujeros negros que no tardarían en tragarme si seguía allí. Mi pueblo tiraba de nuevo, como lo experimentaba en mis visitas periódicas, retrasando la salida de casa, usando argucias que me dejaran unos días más entre mi gente. Para ello inventaba alguna enfermedad repentina (todas aparecen así), para lo que recurría a un "tordo" amigo que me extendía un certificado legal que al ser entregado no permitía cercenar mi sueldo y otros inconvenientes derivados por la ausencia a mi puesto que contaré más adelante. Cuando el "Gordo" me propuso aquella aventura no lo pensé demasiado y puse en marcha el regreso ubicando sus razones tremendamente fuertes, en mi corazón. De allí, este apuro por volver definitivamente a mis calles me depositó en una vereda intransitable dentro del ámbito donde había pasado cinco largos años. El entusiasmo se me había evaporado y ya no había retorno para la ilusión que me había traído a Baires. Todo un dilema iniciar la vuelta después de lo que me costó convencer a mis viejos, con apenas quince abriles de entonces, hablo de 1964, para que me dejaran abordar un tren y alejarme de casa quién podía decir hasta cuando, en ese momento. Después de un calendario esfumado firmé aquél contrato avalado por mi padre, rebosante de alegría, ya podía manejarme solo y estaba en un mundo que me ofrecía hasta lo que no podía imaginar.

1 comentario:

  1. y el mundo insiste con promesas que nosotros elegimos creer
    y esperar buscando...

    viniste varias veces a mi blog. intente contestarte y no salio (no soy muy bueno con la tecnologia), pero bastaron tus palabras para saberme cercano...

    te mando un abrazo...

    pd... aquella historia es imposible no haberla vivido, directamente o no, todos estamos atravesados por la tragedia que se ensaño con la vida... y si bien soy posterior comparto aquel anhelo que los movía...

    abrazo

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...