Los ángeles muertos y los viejos cuerdos son hilos de viento y azules de cielo. La magia que veo, el sol que yo quiero, los besos sin precio, mi alma y documento.

jueves, 2 de agosto de 2007

lo que tenemos cerca

"Siempre estuve entre la agonía y el deber. La agonía como esfuerzo no como muerte".

Incuestionable pensamiento del enorme René Favaloro que se fue de este mundo dejando huérfano un sitio que nunca más será ocupado. Tecleo en silencio y con poco equilibrio al borde del abismo, entusiasta y combativo en mi tranquilidad profana, a marcha forzada entre la desesperanza y la victoria de mis ideas. Las contradicciones no son buenas consejeras pero ellas están y no dejan espacios vacíos. Los signos de la barbarie siguen intactos en un mar de tecnología que nos maravilla pero no nos mejora la vida. Disfrutamos mieles engañosas y el calvario anida en un rincón del alma, cada cuál tiene el suyo. Mi alegría brota del corazón pero languidece en la calle, en las mentiras propias que a veces creo sosegar, pero ahí no termina todo, siempre alguien sufre o muere por la insensibilidad ajena, incluso por la mía.
Resisten los pobres de toda índole en los pueblos exiguos y las capitales desesperadas, los ancianos sin afecto, los niños que duermen o trafican sus cuerpecitos magros en la calle, los enfermos que se escurren del presente como agua entre las piedras. Nuestra dureza duele, se expande y no se detiene. Miramos con el frío de la curiosidad, acostumbrados a sus imágenes distantes salidas de una pantalla plagada de titulares, prostitución y mercaderes. Inventamos frases que nos conforman por un rato y las enviamos a todas partes para justificar el fino hilo que nos mantiene a flote. Estoy feliz de subsistir aún y se que pocas cosas se hacen para la salud del planeta, de los que vendrán, si es que algo podría quedar en este mundo. ¿Vale apretar los párpados y agrietar el corazón, para no ver ni sentir?
Una comunidad Aóniken, Tehuelches sureños de rostros impenetrables y nombres heroicos, igualados a los habitantes fantasmas de las villas urbanas transitan su realidad sin amparo. Unos, apretados en su límites expropiados de millones de hectáreas de tierra, la que los vio nacer y tiene el color de su piel. Los otros peregrinando por calles de ollín y basura, entre la polución irremediable de edificios que crecen desproporcionadamente. Dos desiertos comparables, inmensos, infértiles, carcomidos por la avaricia común a los dos ejemplos. Todos llevando su cruz, el mismo madero del Nazareno arrastrado ante los ojos del mundo. Somos libres en apariencia, pero esclavos sin rango en una sociedad que se fagocita entre sí. Gobiernos hambrientos edifican su tesoro, planifican su propia isla, su refugio que eventualmente no podrá defenderlos de nada, en una catástrofe que parece al otro lado de la puerta.
Las moles de cemento caen y los hombres somos frágiles, la razón no se aprovecha y cunde la corrupción solapada que por su filo legal, parece levemente honesta.
Esta frase leída en alguna parte dice con sabiduría: "Dios no vendrá a arreglar lo que el hombre puede y tiene tan cerca". (JLR)

2 comentarios:

  1. pedoname si no me entendes... pero no soy fluente en su lingua.me gusta saber que tu miraste mi blog!
    y siempre que quieras las puertas abiertas encontraras...
    un beso!

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  2. Siempre es bueno saber que no estamos solos en este instante, en este día, en esta tierra. Las expresiones de la gente es lo que puede cambiar algo de todo lo que vamos haciendo mal en este préstamo temporal que nos ha sido dado. Nany, espero entrar nuevamente en tu blog, portal que hallé "buceando" desprolijamente. Mándame el sitio así lo tengo seguro. Un beso mi nueva amiga.

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