Los ángeles muertos y los viejos cuerdos son hilos de viento y azules de cielo. La magia que veo, el sol que yo quiero, los besos sin precio, mi alma y documento.

jueves, 23 de agosto de 2007

plata gruesa

El dinero endurece el corazón, vuelve hipócrita al portador de esta máquina maravillosa. Una vez que su ventrículos han sido contaminados por el lado oscuro, un regreso a la luz espiritual se hace difícil, doloroso, casi imposible.

No hago un minucioso estudio de donde esgrimir este planteo, en todo caso no pretendo encumbrarlo como un reproche social, ya que el mérito en su favor es la palidéz de mi recurso idiomático. Jamás lo pondría a la altura de quienes sucumbieron alzando una lucha definida y con letras justas.

Este microscópico razonamiento es puramente humanista, plagado de idealismo, que no es importante encasillar. A lo largo y ancho de la vida todos interactuamos, afinidad mediante, con quienes parecen mostrar su alma, incluso. Seres honestos para la aceptación de una sociedad programada en un estilo concreto y en su mayoría excluyente. Las cosas transcurren en su normalidad estandar mientras los componentes de clasificación "menor", no saquen los pies de su rol o límite. Transgredir lo impuesto por los calificadores, es caer en una tendencia anárquica para estos. Transgrede quien cree que su paga no es compatible con el esfuerzo y el logro que en definitiva es "común", redundo en aclarar que aquí me refiero a todos los que pusieron sus manos para producir algo. Los ejemplos burdos o elementales para algunos, son la Biblia para otros y no es empobrecedor apelar a ellos cuantas veces sea necesario.

"Pedro construía una silla por día en su taller, 8 a la semana, 32 al mes si su tarea no tenía contratiempos. Venderlas era otro engorro porque debía dejar de hacerlas para encontrar clientes que se interesaran en su producto. Entonces tomó un operario para que esto no sucediera y la producción aumentó sensiblemente y se animó a otro ayudante, más tarde fueron diez en total. Pedro ya no trabajaba manualmente, lo suyo había pasado a ser imprescindible en la cuestión administrativa. Las relaciones públicas y comerciales se reflejaron entonces en una cuenta bancaria generosa, en un taller más amplio, una casa nueva, transporte de carga y un vehículo importante. Cosas a las que se acceden contando plata gruesa. En la vereda de su establecimiento, como le gustó llamar al taller en estos tiempos, sus operarios reunían diariamente, veinticinco sufridas bicicletas". (JLR)

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