Los ángeles muertos y los viejos cuerdos son hilos de viento y azules de cielo. La magia que veo, el sol que yo quiero, los besos sin precio, mi alma y documento.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Decir otros

Acompañé su sombra largo rato y sin apuro fui metiéndome en sus pasos.

No sabría decir por qué, pero estaba ahí, tan cerca que éramos uno, en medio de tantos cristales, hierro, cemento, porteros "enchaquetados" en su misión de mariscales del blindex, de coches caros y edificios exagerados, con alturas intimidantes, monstruosos y patéticos, donde se disfrazan con mayor astucia las frustraciones y las trampas. Nuestro andar resonaba extraño a una hora ruidosa convalidando soledades y multitudes apuradas al tono de un corazón autodidacta.

Arriba, los balcones de miedo ideados para suicidas furtivos, medían el tiempo y el espesor del revestimiento que no oculta nada. No es secreto que las sospechas, las miserias más burdas y los infundios suben o bajan por el ascensor con las amantes de cualquier ejecutivo o lleva libros, se filtran por los intestinos de la ventilación y caminan pasillos con la gente del servicio, en sus bandejas inoxidables lustradas y sus uniformes planchados escrupulosamente.

Iba yo desaliñado como quien me precedía. Su talla ni más ni menos coincidía con la mía, podría asegurarlo. No podía importarle a nadie y también me excedía al fin de cuentas pero, allí estaba siguiendo el rumbo unisono, inequívoco, calcado de aquél tipo que ni siquiera reparaba en mí.

Las vidrieras atestadas tiraban reflejos inertes, diversos brillos y colores dejaban entrever preguntas mudas dichas en ese idioma inexcusable que destilan las miradas. Una pareja con su ropa humedecida por una repentina lluvia devoraba una pizza con avidez inmersos en su propio mundo. Unían sus labios coloreados por salsa de tomate y no se apartaban de sus propios ojos. Yo llevaba en mi bolsillo un camioncito de lata que vi al pasar y no dudé en comprar.

Las risas tienen su mensaje como lo tiene el llanto, o una ola en el mar que se traga un barco.

Los hombres somos un latido solitario que avanza hacia ninguna parte. En cualquier sitio nos persigue esta sensación, y hacemos esfuerzos para llenarnos de otros y a la vez colmarlos de nosotros. Pero solemos vagar con las mismas abstracciones y mentiras mellizas, con verdades mezquinas o desgajadas que se traducen en nada.

De aquél tipo no supe más al entrar en la confusa estación Lacroze. Nunca se dio cuenta que yo estaba detrás suyo y que bebimos la misma lluvia que nos bajara por las mejillas. El tren vía Morón transportaba un mundo de laburantes y las voces de los vendedores de todo un poco entre buscas y ofertas de estampitas y milagros y pungas se llevó su tiempo hasta otra estación.

Más tarde di conmigo en una cantina de La Boca, no de las famosas, si es que aún quedaba alguna. Me senté a una mesa en medio del salón y como antes, un acordeonista tocó canciones francesas que me transportaron a una callecita estrecha, escondida y empedrada con pintores bosquejando en Les Champs Elysées. Las melodías evocaban al "gorrión" de París, al gran Maurice, a Brel y sus recuerdos volaban dejándome en otros umbrales.

Cuando me retiré de aquél aroma de comidas el buen vino que duraba en mi paladar se mezcló con el aire saturado y odioso del riachuelo rompiendo el encanto. Caminé pensativo hasta la primer parada del 60 (podría haber sido otro colectivo), y percibí que alguien venía trás de mí .

El tipo se me parecía y acompañaba mis pasos que no cambié de ritmo. Cuando me senté en el último asiento del colectivo miré hacia la vereda y había desaparecido. La florista cerraba su puesto y me dije hubiera sido bueno comprar unas rosas o tal vez claveles. Homenajear ausencias que uno lleva consigo no es mala idea de tanto en tanto, y más si estas aparecen un día cualquiera como fantasmas sin rostro, se aprietan a nuestro andar y luego se alejan sin saludar. (JLR)




1 comentario:

  1. Hola justo estoy en el msn, no, no es mi pensamiento, lo saqué de Corintios, en la Biblia, ya le heché un ojo a tu página, esta buenisima.Marina

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