sábado, 6 de abril de 2013
suspiros de aire
El puerto era una ventana hiriente,
y aquella melena oscura como la noche entera,
flameaba llamando al corcel de los vientos.
Entonces el sol se estremeció sobre la metáfora de un beso inútil,
cuando aún no era su hora.
Sin apuro acomodé los versos de mis sueños y mis silencios
en una alfombra de adoquines espantados
por tantas huellas invisibles y miserables lamentos sin voz.
Basura, niebla, resaca y maldiciones fundaron nuestro imperio de misterio,
demencia y afines que caminan a sus anchas por el valle perdido de las madrugadas.
Un cuento siempre nace de lo imprevisto,
se baña en aguas profundas y anhela un bautismo austero,
acurrucado en un lecho donde cada letra es un acto de amor.
Nada garantiza que un escriba tenga luz en el cubículo de su cabeza,
o que su producto transfiera emociones y sentimientos a nadie, si es lo que propone.
"Los niños giraban riendo tomados de la mano,
sostenían su alegría que no sabía de un destino cruel.
El instante de la danza significaba el universo y sus pies,
indivisibles y frágiles tenían mariposas que dibujaban suspiros de aire".
Cualquiera podría describir cosas de otros,
condenarlos, enaltecerlos y pintarlos miserables o héroes.
Todo es posible desde la propia óptica,
solo hace falta cultivar impiedad o vergüenza digna y después,
jugar a matar libros o personas, a liberar o esclavizar ideas.
(José López Romero)
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