algo así como un acorde final escrito en una esquina rabiosa,
casi hundir los pies en el viento, que sin embargo simula ser barro.
Veo pasar los cielos con sus miles de millones de historias
y un circo que desploma su carpa sobre mis ideas,
apenas dos o tres fibras tontas, la eternidad siempre fue un reto.
Alguien dice que el miedo es una nota disonante,
y podría ser así, aunque es música y soy profano en la materia,
hay manjares prohibidos y suelo ahogarme en una copa de limonada.
El corazón en cada uno hace idéntica tarea hasta que se detiene,
músculo del insomnio que individualmente ama, sufre y odia a su modo.
En el trono del baño y en la fosa del adiós nos igualamos,
es cierto, allí calificamos más o menos con la misma puntuación, pero
la creación nos hizo figurativamente abstractos, un manojo de vanidades sin sentido común.
Son palabras imantando pensamientos de un lunes "berreta",
y el fuego quema las llagas antes que un remolino de papeles adversos caiga en el abismo.
Texto y gráfica de José López Romero, Esperanza, Santa Fe, Argentina
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