carta al silencio

Hola hermano, borroneo unas líneas en el intento de saludarte a la distancia. He tirado varios intentos al cesto por ese toque amargo que las empalidece. Yo “estoy bien”, encomillo mi sensación por cosas que entiendes y que conociéndonos no precisan detalles. Se que por ahí andas peleando en buena ley lo cotidiano como todos, eso es seguro. Hemos hablado antes de cosas que nos duelen y necesito hacerlo una vez más. Sigo sin entender aunque pasen los años, esta historia que se amasa con frialdad, con crueles economías y sádicas guerras. No tires la carta, no quiero describirte el mundo, porque de eso siempre se encarga la “Tele”, solo divago desahogando un “toco” de tristeza, te pido el aguante. Escribo en una tira larga de cartón que podría ser interminable como la desesperanza de quienes descreen del cielo de donde provienen las bombas. Sabes que esto no es ficción. Veo una pantalla con su imbécil ensalada de sexo, paladar, inmigrantes deportados, igual que noticieros y diarios que salen a gusto del mejor postor. Religiones politizadas, “explicadores” de esto y de lo otro, consumidores de globos y fantasías, proyectos mentirosos para una felicidad de dos minutos, gurúes, dioses, culos despampanantes, deporte jugado entre millonarios para espectadores proletarios, clases culinarias discriminatorias, escuelas para entrar a la pobreza, políticos en rauda carrera a la meta de una abultada billetera, predicadores del rencor. Por otros sitios, las cámaras de vídeo "flashean" intermitentes entre avisos comerciales, van desnudando barrios miserables, o muertos que un destino que califico de mierda, dejó tirados a la puerta de un supermercado. En cualquier barrio puede haber un pibe con el vientre abierto por un par de zapatillas, otros por un celular o una bicicleta. Abuelos masacrados por su pensión de dos pesos, un policía con un tiro en la cabeza, obreros desdichados sepultados bajo escombros de un edificio mal construido, o sinvergüenzas obteniendo títulos médicos comprados para sus criminales malas praxis. Disculpa, no soy bueno en el día a día de una realidad que aniquila entre mendacidad y ambrosía, y todo es harina de otro costal según algunas filosofías. Se que debo alimentar la antigua esperanza que arrastramos de miles de años y que invocamos por herencia cultural. Ya termino, en fin, no es momento de lamentos y reflexiones. Es hora de copas y exaltaciones por la vida. Pensar más allá no soluciona nada, ni detendrá el horror del mundo, esa película que se fragmenta para que el marketing no decaiga.
Hasta aquí hemos llegado y es bueno dar gracias a la casualidad y la fortuna de no estar en zonas de semejantes conflicto. Mañana será otro día y regresaremos a la rueda del muestrario que exhibirá su rutina de historias calcadas para engrosar otro calendario. Que tengas un año feliz hermano. No me sale con gozo esta muletilla del corazón, a pesar de ser honesto el deseo para ti y para el que lo quiera tomar, incluso es para mi. Confieso que quisiera acercarme a donde sea tu lugar para emborracharnos sin pensar en nada, derrotar el pesimismo con unas canciones y confundirnos bien de madrugada en un abrazo de lado a lado con el planeta. (José López Romero)